Por fin algo de tranquilidad ¿O no? [Rokuta de Pegaso, Saga de Géminis]

Después de todo lo ocurrido anteriormente en Asgard, por fin la Diosa Guerrera se encontraba en el tranquilo lugar que le correspondía proteger en los dominios nórdicos, ahora podía descansar o al menos relajarse un poco aunque eso no siempre resultaba bien el momento daba para eso así que sin otra cosa en mente y con los lobos a la distancia tal vez cazando la peli blanca se recostó en el lado izquierdo de la cima de la cascada congelada mirando arriba pero termino sentándose cuando su armadura le incomodaba un poco al acostarse.

-Ahhh......-Respira profundamente.- Este aire tan tranquilo..... Me agrada estar en este lugar... Sin duda es mas pacífico  y relajante que el bosque.....

Se movió de tal forma que su cuerpo pudo acomodarse de costado en la nieve, cerrando sus ojos comenzó a pensar en lo que se supone debía hacer ahora como avisar sobre el encuentro que tuvo tanto con el chico sospechoso Esus como con aquel Soldado cabeza hueca pero ella no era de andar caminando hasta el palacio si no había una buena razón así que prefirió solo quedarse sin mencionar el tema al menos por ahora.

-Me pregunto cuanto mas va a durar este clima tan tranquilo aquí.... No creo que exista otro problema hoy.....-Fue en ese momento que sintió algo extraño era una presencia tal vez pero no estaba segura estaba demasiado alejada para saberlo y como realmente eso no le incomodaba tanto solo lo olvido.- O quizás.....- Se sentó en la orilla de la cascada cruzando las piernas mientras esperaba ver si aquella presencia se acercaba.

Su travesía en busca de Athena lo había llevado a Asgard la región helada del norte, su maestro le había dicho que encontrase a la representante de la diosa Athena en la tierra pues si la encontraba entendería el porqué de la existencia de los caballeros y el porque él había sido elegido de entre tantos para portar la armadura de Pegaso, misma que ahora estaba resguardada en su caja y cargaba con ella tras su espalda con ayuda de unas correas que le había atado para poder transportarla consigo, no estaba tan pesada o seria más bien que ya se había acostumbrado al peso de su armadura dentro de su caja y fuera de esta. Ya llevaba tres meses de haber sido elegido como el caballero de pegaso y cuatro de estar viajando constantemente en busca de Athena sin obtener resultado alguno, pero él no se rendía a pesar de todo.

Detuvo su andar al notar movimiento a la distancia entre la nieve y hielo del lugar, abrió sus ojos con sorpresa al notar que era una jauría de lobos que salieron sin aviso alguno, se veían agresivos como todo animal salvaje aunque le parecía sumamente extraño que estuviesen en un lugar en el cual no podrían encontrar comida alguna y en eso entendió todo…seguramente él sería el bocadillo del día, si se dejaba claro estaba.

Así que frunció el ceño ligeramente e invoco su armadura después de quitarse la caja de la espalda lo más rápido que pudo, elevo su cosmos para que su manto de bronce acudiera a su llamado. La caja desapareció y en su lugar estaba la armadura de pegaso que rápidamente se fue desprendiendo en secciones las cuales se colocaban en el cuerpo del joven de ojos dorados, cuando su armadura se colocó en su cuerpo fue cuando lanzo uno de sus ataques hacia aquella jauría de lobos que se lanzo directamente hacia él sin aviso alguno ni provocación  de su parte hacia los animales, tal parece que con tan solo su presencia incito a aquellas bestias a atacarle.

Armadura de Pegaso:

-Meteoro de Pegaso!!- Trato de que su ataque no fuese tan fuerte como para matar a los lobos pues solo quería asustarlos después de todo y al final dio resultado pues algunos se fueron y otros solo retrocedían lentamente mientras le gruñían.

De todas maneras él siguió su camino hacia el frente mientras la jauría al fin decidía marcharse y dejarlo en paz.

Al centrar su mirada en el panorama pudo divisar una cascada congelada, lugar al cual se dirigieron los lobos que lo habían atacado hace unos momentos y en esta sorprendentemente había una persona o eso es lo que observaban sus ojos.

El frío del lugar era un tanto insoportable y era por ello que no disminuía su cosmos pero tampoco lo elevaba mucho porque simplemente quería alejar el frío de su cuerpo aunque eso significase cansarse un poco más -Oye, ¿son tuyos?, si es así ¿podrías ponerles una correa o algo?, casi me convierten en su cena- le hablaba a la persona que se encontraba descansando en la cascada, ya había llegado al lugar pues había seguido a los lobos que lo atacaron y detuvo sus pasos al pie de la cascada tan solo para prestarle atención a la joven que portaba una armadura extraña o al menos una que no había visto durante su viaje para encontrar a Athena.

Sintió mas y mas cerca aquella presencia que a pesar de que no parecía ser enemiga o al menos unos instantes eso pensó hasta que se percato de algo doloroso en parte, pues ella tenía una fuerte conexión con los animales del lugar y mas aun con los lobos, en el momento en que sintió un cosmo y como este amenazaba a los canes rapidamente ella logro ver a través de los ojos de uno de los lobos al chico que los ataco, ante esto ella fue quien hizo retroceder a los lobos desde la distancia haciendo que estos regresarán a la cascada.

-Tsk.... Parece que jamas estaré tranquila en este sitio......


Miro frunciendo el entrecejo a la persona que ahora estaba en la cascada la cual le dirigió palabra a lo que ella respondió bajando de la casca de un salto y con los lobos detrás de si se acerco para tener al intruso de frente.

-Los lobos no son míos.... Ellos son criaturas libres, no les impediré su libertad atándolos con algo como eso.... ¿Como te atreves a lastimar así a unas pobres criaturas? ......

Se agacho para acariciar a los lobos que estaban cerca a los que él había logrado golpear. - ¿Que no tienes corazón? ..... Si es así ¿Para que demonios te convertiste en caballero?...... ¿Que haces aquí? ¿No has hecho bastante daño ya?.... Golpearles no es una forma de alejarlos....

Debía admitirlo, estaba molesta pues aquellos lobos habían sido parte importante de su vida después de su escape y no estaba dispuesta a permitir que se les lastimara. -¿Te gustaría que yo golpease a alguien importante para ti?

Spoiler:

Vestía de manera burda con una capucha de pieles de oso, con el rostro y el cuerpo cubierto por completo. Caminaba con pesadez, mientras tras de sí cargaba una gran caja de madera. El viento glaciar y congelante del nevado, hacía que muchas veces la silueta de aquella persona desapareciera de la vista humana.
El terreno era difícil, sus pies se hundían en la capa de nieve y en ocasiones caminaba por encima de roca sólida en un sendero que parecía más un camino de escombros que algo por donde se podía transitar.
Por momentos alzaba la vista al cielo para observar por donde iba guiándose de las estrellas nocturnas. Camino bajo los pliegues de una ladera escabrosa bañada de la blanca nieve mientras sus manos se aferraban a la roca afilada de las paredes de aquel despeñadero.
Por un momento sintió desfallecer. Se quitó la caja y la coloco en el suelo de roca, aquel artefacto enmaderado choco contra el suelo al ser colocado suavemente produciendo un sonido más metálico que cualquier otro material orgánico.
La tormenta arreciaba parecía que la noche seria fuertemente fría e intensa. Hasta que observó a lo lejos una pequeña caverna donde refugiarse. Se dirigió hasta ese lugar y se dispuso a pasar allí la noche en la incomodidad de la gruta oscura. Un brillo de color amarillo vislumbró dentro de las aberturas que ofrecía la caja.
Sus ojos azules la miraban con intensidad mientras parecía pensar y aquellos ojos comenzaron a cerrarse poco a poco presos por el sueño. Muy a pesar del frió no temblaba por la temperatura extrema del lugar.
A la mañana siguiente sus ojos se abrieron de par en par como si algo lo llamase, como si la fibra de su percepción hubiese sido removida, algo en el ambiente se había perturbado.
La gruta exploto, produciendo una avalancha tras de sí de roca y nieve dejando salir en medio de aquel estruendo un destello de luz que se alejó del lugar con extrema velocidad. En el fondo de aquella caverna solo se encontraban los restos de trozos de madera desperdigados por todo el lugar como si desde adentro algo hubiese salido.
A las afueras un trozo de capucha de piel de oso era acogido entre las olas del viento de la montaña.
A pocos kilómetros de allí la conversación de Rokuta con Liraz tomaba lugar y sintieron como un cosmos se acercaba a toda velocidad, pues aún no había llegado a donde ellos se encontraban.

Mujeres, en verdad no las entendía del todo sin embargo no criticaba solo se limito a suspirar y escucharla, cuando creyó que había terminado decidio responderle aun con su semblante un tanto serio -Bueno ellos me atacaron y no iba a quedarme parado para que me comieran, es completamente normal responder cuando alguien te agrede sin razón y estoy viajando para buscar a Athena, además--...- interrumpió lo que iba a decir al sentir un enorme cosmos aproximarse, abrió sus ojos con sorpresa y volvió su mirada donde aquel cosmos que sentía, nunca había detectado algo igual, era mil veces mayor al suyo y suponía que al de la joven de ojos bicolor.

-Hey, ¿sientes eso?, es un cosmos inmenso...- estaba algo asustado sin embargo su semblante no lo mostraba pues estaba serio mientras preguntaba aquello a la joven Asgardiana de la cual aun no sabía su nombre, aunque su mirada estaba fija hacia el lugar en donde sentía aquella presencia fuerte que cada vez se acercaba más y más al lugar en donde estaban ellos.

¿Que podría hacer contra aquel que poseía ese inmenso cosmos? dudaba que pudiese hacerle siquiera un rasguño pero de todas formas se puso a la defensiva y activo su cosmos nuevamente, estaba nervioso claro que lo estaba, pero no iba a huir pues se le había otorgado aquella armadura por algo.

-Creo que tendremos que pelear con lo que sea que venga hacia acá, no se tú pero yo no voy a retroceder- la verdad no le importaba si la peliblanca lo ayudaba o no en caso de que tuviesen que pelear contra aquel que poseía un cosmos intimidante, simplemente quería ver primero de quien se trataba y después evaluar si podría salir ileso de Asgard.
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OFF ROL:

-Así que ellos te atacaron..... Que curioso.... Eso es algo extraño por parte de ellos ya que no suelen atacar así como así...... Uhmmmm....

Ladeaba la cabeza un poco mientras le escuchaba, parecía que enserio no buscaba problema alguno y si ese era el caso Liraz no se lo daría.- Así que buscas a tu diosa .....Uhmmm.... Te diré que.... No la encontraras aquí.

Ahora resultaba que muchos posibles enemigos buscaban a sus respectivos dioses en tierras Asgardianas, primero aquel soldado buscaba a su dios y ahora la persona frente a ella estaba buscando igualmente a su diosa, por su mente paso la idea de que quizás la persona con la que se había topado hace tiempo también buscaba a alguien.

-Y dime... Cual es tu nom........- Antes de terminar de formular la pregunta sintió aquella energía, sin duda era una poderosa.- Uhm.... ¿Pelear dices?... No veo razón para hacerlo.... No por el momento..... Pero.....

Sus movimientos no esperaron respuesta del caballero, en lugar de escucharle comenzó a correr a gran velocidad subiendo a las ramas de los árboles cercanos con la intención no de pelear sino de investigar a la persona que había creado aquella presencia de energía.

No tardo mucho cuando logro divisar a una distancia considerable a la persona aunque no le lograba ver el rostro, Liraz se quedo recargada en el tronco de uno de los árboles en los que estaba, miro unos segundos hacia atrás para ver si el chico la había seguido o había optado por un camino diferente.

Off:

La luz en la planicie árida, mostraba un aura dorada y brillante bajo el cielo, parecía rebelar como si una antorcha caminase por aquel lugar, en medio de aquellas betas doradas un hombre en su interior caminaba con una armadura de oro.
Todo parecía indicar que era un Santo, un caballero de la elite de la diosa Athena. Uno de los doce caballeros dorados.
Por encima de la gran cascada congelada, se asomó un hombre de más de seis pies de alto, el sol se reflejaba en su dorado manto que cegaba al que lo miraba de frente, era de cabello suelto y azulado tan largo hasta llegar un poco más allá de la cintura, se podía ver en un rostro oscurecido por la sombra de su casco, una mirada de entrecejo fruncido, una labios apretados en un rostro oscuro carente de expresión alguna.
La estética de aquella armadura parecía indicar que se trataba del Santo dorado de Géminis, el guardián del templo de los gemelos en el Santuario.
Su capa cavila en la alocada brisa y fría de la región. Al mismo tiempo de tras de Pegaso se acercaba otra entidad, sin embargo era el mismo sujeto. Dos hombres iguales, con la misma indumentaria y el rostro ensombrecido. Este último señalo a Rokuta.
— ¿Eres tú el Santo de Pegaso? —La voz de aquel ser, gutural y siniestra, surgía de todos lados menos de uno de los dos sujetos. Por ultimo ambos se cruzaron de brazos.

Él decidió quedarse cerca de la cascada mientras la joven se alejaba, pues consideraba que no tenía caso apartarse de esa zona si aquella presencia justamente se dirigía donde ellos, solo se puso en posición defensiva hasta que sintió aquella presencia cerca del lugar, ese cosmos se sentía sobre la cascada así que levanto la mirada estando aun algo serio mientras veía por fin de quien se trataba, reconocía aquella armadura por su brillo y tonalidad: era un caballero dorado de Athena, sin embargo no conocía del todo a su portador.

Vuelve su mirada de reojo al sentir otra presencia tras él pues no parecía ser el cosmos de la peliazul, se sorprendió solo un poco al ver al mismo sujeto que estaba sobre la cascada congelada ahora tras él se habían hecho dos sujetos de la nada, sentía el cosmos de aquel caballero dorado por todos lados, es decir como si lo hubiese desplegado de un momento a otro y ambos entes eran similares así que tenía una idea del tipo de armadura que portaba debido a esa técnica empleada cuando le dirigió la palabra.

-Soy Rokuta de Pegaso y tú debes ser el caballero dorado de geminis, se algo de los de tu rango pero no mucho…- no sabía a cual dirigirle la mirada así que opta por voltearse hacia atrás teniendo de frente ahora al caballero que estaba a sus espaldas hace un momento.

-¿A qué se debe la visita?, ¿no deberías estar cuidando tu santuario?- sonríe con ligera sorna, pues la verdad no se esperaba encontrar a un caballero dorado en Asgard ya que comúnmente ellos estaban custodiando sus propios santuarios, además ¿quién lo había enviado a buscarle?, no creía que hubiese sido Athena a menos que hubiese una situación crítica pero para eso tenía a sus caballeros dorados quienes eran mil veces más fuertes que él y sus demás compañeros de bronce.

La verdad esperaba obtener respuestas pronto pues todo le parecía tan extraño, primero el no encontrar a Athena por ningún lado aunque supiese de su existencia y ahora el toparse con el caballero dorado de geminis.

Una vez que había confirmado que en el lugar donde estaba la presencia no había signos de amenaza regreso por donde había venido a paso muy lento pues comenzaba a hacerse la idea de que clase de persona había estado allí.

En todo caso caminó lentamente hasta lograr estar en la cascada de nuevo para su sorpresa la persona con la que estaba antes se encontraba ahora acompañada.

-Vaya.... Así que la presencia era tuya....Mmmmm .....Bien esto ya ha sido bastante sospechoso.... Dime Dorado.... ¿Porque has venido aquí?

Liraz no sabía si aquel hombre buscaba problemas pero ella esperaba que no así que para no darle muchas vueltas al asunto prefirió abstenerse de atacarle y mejor se quedo mirando mientras camina hasta un pedazo de hielo cerca del lugar y se quedo sentada allí junto a sus lobos observando a los caballeros de Athena.

Mientras Rokuta guardaba su posición defensiva en parte parecía desconfiar ante la entrada del dorado, pues en parte tenía razón, ya que el Geminiano no mostraba un cosmos muy amigable que digamos. El dudar de la presencia de un dorado en aquellas tierras, daba lo mismo en preguntarse qué hacia un santo de bronce en las tierras sagradas de Asgard.

Pegaso no perdió tiempo, y abordo a al Santo de Géminis con preguntas muy puntuales. Saga observo la sonrisa en la insolente mirada del caballero, asi como su determinación. Por su parte  Liraz salió del lugar donde estaba antes y con la misma voluntad se dirigió al Santo de Athena, posteriormente se sentó dando con aquello quizás que no le importaba lo que sucediera con el chico Rokuta.

La imagen arriba de la cascada desapareció. El sol la atravesó lentamente hasta difuminarse en el ambiente, y no aportar con su silueta la sombra que proyectaba. Fue así, como aquel ser justo en frente de Pegaso lanzo su capa hacia atrás ya que le molestaba el frente.

— ¿Cómo sé que eres tú aquel caballero a quien busco?— Dijo saga moviendo tenuemente los labios con su voz gruesa y sombría. —Antes debo probarlo.
Su mirada se dirigió esta vez a la diosa guerrera. Y volvió la mirada a Pegaso.

— ¿Por qué me abordas con preguntas? Cuando yo también desconozco el hecho de que hayas viajado tan lejos del santuario desconociendo las reglas de la deserción. Asgard es sitio restringido y tiene sus propios guerreros.

Sus cabellos azules se levantaban vagamente, ante la brisa fría y congelante que mantenía a la cascada en extrema quietud. Fue allí donde los ojos azules  del Santo dorado centellaron brillantes bajo la sombra de su casco, mientras su cosmos se mantenía encendido.

Ya daba por sentado que la armadura que estaba portando en esos momentos seria prueba suficiente para que aquel santo dorado se diera cuenta de quien era pues se suponía que la armadura era quien elegía al caballero y no a la inversa ¿cierto?, sin embargo no fue así o eso le dio a entender con sus palabras por lo tanto le vio fijamente aun manteniendo aquel semblante serio para entonces responderle sin disminuir su cosmos o bajar la guardia pues cualquier cosa podría suceder en esos momentos y estaba claro que no contaba con la ayuda de aquella joven pues esta se había sentado cómodamente por ahí, la había visto de reojo por unos segundos antes de fijar su mirada de nuevo donde Geminis.

-Estoy buscando a Athena porque deseo saber que ha sucedido, ahora dime que asuntos tienes conmigo porque el hecho de que conozca tu armadura no significa que conozca al portador de la misma- le hablaba sin rodeos y dispuesto a pelear si era necesario, aquel caballero seguía manteniendo su cosmos encendido al igual que él pero la diferencia era abismal y lo sabía, no tenía ninguna oportunidad de ganarle si se enfrentaban.

-La guerrera asgardiana te hizo una pregunta, sera mejor que le contestes si no quieres ser considerado un sujeto descortés- Esboza una pequeña y apenas perceptible sonrisa después de decirle aquello pues había notado que la peliazul le había preguntado lo mismo que él, así que esperaba que esta vez aquel hombre contestara, si no, tendría que sacarle la respuesta a golpes si era necesario aunque seguramente su intento por golpearle fuese en vano.

Permanecía sentada en el lugar, moviéndose en algunas ocasiones aun cuando aquellos dos santos estaban presentes de alguna forma no le causaba incomodidad al menos de momento. Pensó que tal vez tendría algo de suerte si comentaban algo interesante.

Frunció un poco el entrecejo cuando el Caballero Dorado le ignoro pero no se movió de su lugar, prefirió quedarse callada observando y escuchando ya que mientras no hicieran algo que considerara agresión no había razón para moverse de su lugar.

-"Uhmmm....Vaya.... Algún día dejarán de llegar intrusos a estas tierras...... Uhmmm....".... Uhmm..... Supongo que... La palabra caballero solo  la tiene de titulo.....Uhmmm... En fin...

Movía sus manos mientras hablaba y con ellas jugaba un poco con aquellos canes que abitaban la cascada y guardaba silencio mientras escuchaba.

La risa de aquel caballero se transformó en un lúgubre sonido, otra voz, una carcajada diabólica y llena de burla, pronto la imagen que se observaba había menguado del todo, haces de luz la desintegraron por completo y en su lugar la silueta de un ser con otra armadura estaba donde antes estaba el Santo dorado de Géminis.

Una escama marina hacia presencia, ya no era el Santo de Athena,  sino, nada más y nada menos que el general marino de Poseidón Dragón del Mar. El color dorado paso a un anaranjado brillante. Su casco cubico y cuadrado se transformó en un yelmo adornado por aletas dorsales. Mas su cabello azulado era el mismo, unos ojos rojos centellaban en el interior mirando al Santo de Bronce.

—Pegaso —Siguió con su risa malévola, pero esta vez, embozada—. Siempre arruinas los planes de los dioses desde la época del mito, esta vez acabare con tu vida, te enviare a otra dimensión donde las leyes del universo exterior acaben contigo.

Al parecer todo era producto de una ilusión una estrategia baja, una puñalada a la espalda un disparo a quema ropa y sin honor. El cosmos del General, un cosmos de color azulado que se elevó a un nivel monstruoso e inmenso y fue así como rápidamente levantando sus brazos hacia el frente un orbe dorada se formó en la palma de sus manos, cortos circuitos y destellos de energía eléctrica salían de aquel orbe, luego levantando sus brazos por encima de su cabeza junto con la esfera mientras la miraba la dejo en reposo en el punto donde la elevo de la nacieron otras dos esferas doradas, extendió sus brazos a los dos lados junto con las dos esferas que salían del orbe principal, en su camino ambas dibujaban líneas que se extendían junto con ellas, líneas de energía eléctrica. De repente las esferas comenzaron a girar  irrumpiendo la realidad del espacio y el tiempo, para finalmente formar un triángulo. Millares de triángulos dorados se dirigieron a el Santo de Pegaso tragándoselo en un abrir y cerrar de ojos, el general solamente se reía a carcajadas. Y todo esto a la velocidad luz.

—¡Muere Pegaso! —Dijo el general mientras gritaba—. ¡TRIANGULO DORADO!

Cuando se miraba en el interior del triángulo se observaba una oscuridad inmensa, planetas y estrellas, figuras sin forma vagaban en una dimensión desconocida, un agujero negro que succionaba todo.

Todo se disipo, para el ojo burdo y simple del humano natural parecía que Pegaso nunca hubiese existido. Como si desapareciera, pero para el ojo de Liraz observó como aquel Santo se lo tragaba aquel triangulo.

—Hay un lugar llamado la zona del triángulo diabólico en el atlántico norte, la gente le teme porque una vez que entras nunca puedes salir. Adiós Pegaso, el universo y la otra dimensión te destruirán.

Al final se quedó mirando el punto donde Pegaso había desaparecido. Pensando. La carcajada del General se hizo notar nuevamente y por ultimo miro al dios guerrero. Después una pequeña sonrisa de medio lado se dibujó en su rostro. En un rostro que poco se veía por la sombra de su yelmo.

Creyó que seguía dormida, que lo que estaba viendo era solo una especie de sueño extraño, con sus ojos abiertos súbitamente observo al hombre que ahora estaba en el lugar, un general marino y que en un lapso corto de tiempo sin darle lugar a la defensa del santo de bronce le desapareció.

Era un acontecimiento que le provocaba muchas dudas mas no era tonta como para ponerse a la defensiva siempre y cuando el hombre que se encontraba ahí no hiciera nada en su contra claro. Ahora otra duda le acechaba ¿Que otros planes tenía el Dragón en Asgard?

Permaneció sentada en su lugar observándole para luego dirigirle unas palabras.- Entonces... ¿Solo has venido a deshacerte de el?... ¿Existe  otra razón que te retenga aquí?

Camino lentamente así el dios guerrero. Aún conservaba la sórdida sonrisa ladeada de un rostro cubierto por aquel casco. Su presencia era inquietante. No había que estar ciego para saber que existía en cada ser cuerdo un conocimiento inconsciente de la naturaleza maligna que este ser portaba, no era algo extraño que para alguien común y corriente el ser inquietado, perturbado o inquieto sería una de las prontas opciones al sentir dentro de la gama de sensaciones negativas que existían al estar ante Dragón Marino, pero ella era una guerrera, su voluntad y valentía la mantenían allí.

Mientras los copos de nieve caían en las hombreras de la escama marina el dios guerrero contemplaba en silencio a Liraz de Alioth Épsilon. El ruido del viento congelante se difuminaba por todo el espacio. Aquella mirada quería matar a la chica si fuese posible. Los ojos ocultos por el yelmo de Seadragón lo decían todo. Solo faltaba que un rayo eléctrico saliese de ambos guerreros para matarse con la mirada.

—Mi misión aquí está terminada —Dijo Kanon de Dragón Marino—. Por el momento no tengo nada más que hacer aquí.

Tirando su capa hacia atrás ya que esta le molestaba el frente. Dio la espalda con extrema confianza.

—Discúlpame me tengo que ausentar —Dijo el general marino burlándose bajo una risa embozada. Sin embargo antes de perderse en la nieve se giró mirando por encima de su hombrera—. Si gustas puedes informar, o muy bien puedes callarte todo y dejar que las cosas tomen su rumbo. Dura cosa es meterse con el destino deparado que tienen los dioses, Pegaso pago por sus pecados, ve y no hagas lo mismo, interferir en los planes divinos merece la muerte.